Debemos Orar Frecuentemente – Orar Más Significa Más Fe y Poder

Compartido por predicador Angel Tien

         El 3 de marzo del 2015 durante la oración de la madrugada, Dios inspiró a mí madre: “Fe es producida a través de la oración. Todos pueden hacerlo sin excepción, sin importar si usted es anciano, o está en la edad madura, sea joven o niño. Por esto, al llegar a la vejez no significa que ya no se es capaz de hacer la labor santa de Dios debido a que todos podemos orar. Orar es una tarea santa. Su meta es — entrar en el Reino de los Cielos – sacando fuerzas a través del poder de la oración. Por lo que, usted debe frecuentemente orar. Entre más usted ore, su fe tendrá más poder.”

Pablo dice: “Hermanos yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo al blanco, al premio del soberano llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”(Fil. 3:13-14)

En el año 2009, el Espíritu Santo inspiró a mi madre durante la oración: “Los que toman licor envenenan la carne; y el orgullo hace lo mismo para la vida espiritual. El orgullo es una raíz venenosa contra la fe. Cuando uno es orgulloso, la fe morirá. El Rey Nabucodonosor perdió su imperio debido únicamente a su orgullo. Él fue arrojado de entre los hombres para vivir con las bestias del campo. Él comió hierba como los bueyes, durante siete años. Usted no puede tomar bebidas alcohólicas. Usted no puede ser orgulloso. En todas las cosas, haz conforme a mis palabras, y se amable y humilde de corazón, como Yo soy.”

Pocos años después, mi madre oró y pidió a Dios: “¿Cómo podemos volvernos humildes? Todos queremos ser humildes y servirte con humildad. Pero la humildad es algo difícil de aprender debido a que somos demasiado débiles. Te ruego Dios que nos enseñes como alcanzar la verdadera humildad.” El Señor Jesús le inspiró: “La humildad no es algo tan difícil. Simplemente debes humillarte primero, entonces la humildad vendrá como algo natural a tu vida.” Cuando te rebajes a ti mismo, encontraras humildad. Primero bájate a ti mismo de tu pedestal, entonces podrás transformarte en una persona humilde. 

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos a los otros.” (Fil. 2:3)

El 5 de mayo del 2011, antes que saliera el sol, fuimos a la capilla de la iglesia para orar. Mi madre puso todas las dificultades de la familia en las manos del Señor, suplicando al Señor Jesucristo que por su misericordia le ayudara a llevar las cargas de su corazón. Que Dios le permita ser agradecida para con Dios y vivir una vida con gozo. El Espíritu Santo le inspiró las palabras: “Cualquiera sea tu necesidad, simplemente pídele a Dios. Solamente pide, y entonces Dios dará.”

En la mañana del 2 de febrero del 2012, Dios inspiró a mi madre las palabras: “Tu eres fiel en la oración de la madrugada; me agrada mucho que lo hagas. Debes buscar constantemente la llenura del Espíritu Santo, encender tu entusiasmo, esfuérzate en caminar conforme a la Palabra de Dios, y tener la firme determinación de satisfacer la expectativa que Dios tiene para cada persona. Entonces, las bendiciones que buscas seguramente se hallarán. Si tú no oras diligentemente y si no estás llena con el Espíritu Santo, entonces aun cuando has recibido las promesas (de Dios), estás no fructificarán. Todo lo que Dios prometió nunca cambiará. No digas que ya transcurrió mucho tiempo; y que las promesas de Dios no se cumplieron. Por hacerlo así, te sientes desanimada y sin esperanza. Esto no es lo correcto. Tienes que tener fe en Dios. Ora y confía todo en las manos de Dios. Dios hará que se cumpla Su palabra, y satisfará todo, otorgándonos Sus bendiciones.”

“Siempre guarda cuidadosamente los mandamientos de Dios, suplicando a Dios que te llene con el Espíritu Santo cada día. La razón es que solamente quienes estén llenos del Espíritu Santo y teman a Dios serán capaces de poner su esperanza en Dios hasta el fin. De la misma forma en que lo hizo José, quién confiaba plenamente en la palabra de Dios. Cuando José fue vendido como esclavo en Egipto, Dios le estaba probando. José era muy paciente y sufría sin quejarse. Bajo el tormento de las dificultades, él se aferró a Dios y pasó la prueba. Al final, él fue capaz de ver las grandes bendiciones que Dios había prometido mucho tiempo atrás. Tú debes ser como José – todo lo que Dios te haya dicho, debes obedecerlo y practicarlo.”

En la mañana del 12 de Julio del 2012, mi madre asistió a la reunión de oración de los jóvenes en la iglesia. Durante la oración, ella escuchaba el sonido como de gusanos de seda que comían las hojas de la mora. Entonces ella tuvo una visión: en una zanja oscura, muchos insectos de color verde oscuro estaban atareados devorando hojas verdes, viendo hacia todos lados, y nunca dejaban de comer. De pronto, una luz iluminó el lugar. Ella vio claramente como un gusano que estaba devorando hojas ¡de repente se quedó paralizado! El gusano se tornó verde claro, y luego transparente. Entre más tiempo alumbraban los rayos de luz sobre el gusano, más tiempo este dejaba de comer. Mi madre estaba asombrada y le preguntó a Dios: “¿Qué es esto? ¿Por qué acontece esto?”

El Espíritu Santo inspiró a mi madre y le dijo: “La luz es la luz de Dios. Los gusanos son demonios. Cuando el corazón del hombre se torna a las tinieblas, entonces el maligno hace mucho de sus obras.” Ella le preguntó: “Cuando la luz de Dios les alumbra, entonces el maligno no se puede mover más, ¿significa esto que el maligno muere?” Dios le respondió: “El maligno no morirá, solamente está temporalmente inmovilizado para hacer su obra. Si el corazón de una persona no está constantemente siendo iluminado por la luz de Dios, el maligno continuará activamente haciendo su labor. Por esta razón, debes constantemente tener el resplandor de la luz de Dios sobre tu corazón, y entonces el maligno no podrá hacer ninguna de sus obras.”

En el mes de noviembre del 2012, mientras mi madre estaba en medio de la oración, ella tuvo una visión. Había muchos huevos de tortuga que habían reventado. Las tortugas-bebé trepaban para salir de los cascarones y luchaban por avanzar hacia el mar. El Espíritu Santo le inspiró y le dijo: “Tu fe debe ser como la de las tortugas. Luego de haber nacido, debes esforzarte mucho, nadar con desesperación a través del gran mar, para que puedas sobrevivir. Cuida de guardar y hacer la Palabra de Dios. No te permitas a ti misma el relajarte cómodamente ni siquiera por un instante. ¡Avanza derecho hacía delante! Entonces podrás ser salva y entrar al cielo.”

En noviembre del 2012 durante la oración de la madrugada, mientras ella oraba, Dios le inspiró: “La gente y las tortugas son lo mismo. Tú tienes una meta. Cuando una tortuga bebe rompe el cascarón, tiene que esforzase por nadar a lo profundo del mar y poder sobrevivir. ¿Y la gente? Uno debe de luchar grandemente para entrar en el reino celestial, para ser salvo. Ambos encuentran en su camino grandes luchas y multitud de dificultades. Por lo cual tú tienes que pasar a través de pruebas, esforzarte por guardar las palabras de Dios, entonces podrás entrar al cielo.”

El 26 de Noviembre del 2012 el Espíritu Santo inspiró a mi madre: “Fe es para todo el tiempo que estemos con vida, y la oración es para todo el tiempo que estemos con vida. Por lo cual, debes orar frecuentemente. Si pasas poco tiempo en oración, entonces te alejarás y serás como los que no conocen de Dios. Pero si oras mucho, entonces ganarás los frutos por cultivarte espiritualmente. Entonces, no te enojarás, no le gritarás a los demás, y tendrás amor.”

El 28 de noviembre del 2012, temprano en la madrugada, estábamos orando en la capilla. Dios inspiró a mi madre: “¡La oración es el respirar para tu alma! Si frecuentemente oras, entonces tu respirar será tranquilo y sin molestias. Si frecuentemente no oras, te costará mucho respirar, como con gran dificultad. Entre más ores, más firme e inquebrantable será tu fe. Nuestra relación con Dios será más íntima, un deleite día con día.”

En la mañana del 28 de noviembre del 2012, mi madre oró varias veces a Dios. El Espíritu Santo le inspiró:

     “Si tú quieres ser salva, entonces ¡debes creer en la Verdadera Iglesia de Jesús! El lugar del bautismo en agua es el punto de inicio en la carrera hacía el Reino Celestial. Por lo cual, debes creer en la Verdadera Iglesia de Jesús para poder tener una oportunidad de salvación. Esto se debe a que la Verdadera Iglesia de Jesús posee la verdad completa de la salvación y la presencia permanente del Espíritu Santo. Luego de bautizarte en agua, debes orar para recibir el Espíritu Santo porque únicamente el Espíritu Santo te enseñará a discernir entre lo correcto y lo que está equivocado.”

“Recuerda cuando comenzaste a creer. Piensa, ¿bajo qué circunstancias tus antepasados fueron llamados por Dios? ¿Acaso no me buscaron cuando estaban en medio del sufrimiento? Dios tuvo compasión de ellos y les escogió para ser parte del cuerpo de la Verdadera Iglesia de Jesús. Cuando se enfrentaron con la pobreza, las enfermedades, y toda clase de tribulaciones, ellos escucharon el plan de salvación de Dios y creyeron. De esa forma su fe se volvió firme y fuerte. Lamentablemente, parte de la segunda generación se volvió demasiado secular, mundana. Ellos no fueron hallados aceptables delante de Dios. Por lo cual, debes pasar mucho tiempo en oración en el Espíritu Santo. Entonces gustarás del favor y la gracia de Dios para siempre.”

En la madrugada del 5 de febrero del 2013, mientras mi madre oraba por otras personas, el Señor Jesús le reveló: “Fe no es esperar a que Dios muestre rápidamente sus maravillosas señales o esperar a ver si Dios resolverá los problemas delante de nuestros ojos aun antes de estar dispuestos a creer en Dios. ¿Cómo podremos agradar a Dios o recibir grandes bendiciones con tal actitud? La fe nos hace percibir que Dios ya está ayudándonos, aun a través de las pequeñas señales, para saltar a creer que el Señor ya nos rescató, ya nos otorgó bendiciones, y ya cumplió todas Sus promesas. Por esto, nosotros oramos y damos gracias a Dios en oración, ¡viviendo con gozo de esa manera cada día! Sé cómo Elías quién ordenó a su siervo para que viera hacia el mar en búsqueda de alguna señal. El siervo le dijo: ‘Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar.’ Entonces Elías estaba totalmente seguro de que Dios había escuchado su oración y que ¡llovería nuevamente!” (1 Reyes 18:41-46)

“Tú eres igual. Hace mucho tiempo cuando por error rociaste pesticidas sobre tu rostro, y quedaste ciega. ¡Clamaste urgentemente a Mí! Luego al abrir los ojos, te diste cuenta que lo que antes había sido tinieblas ahora se comenzaba a aclararse. A pesar que fue solamente una pequeña señal, con todo, usaste toda tu fe y te convenciste por completo que ¡Dios ciertamente iba a restaurar tu vista! Gracias a Dios – ¡Su gracia ha venido sobre ti para que seas llena con gozo!”

“¡Debes de tener fe hacía Dios! Entrega todo a Dios con acción de gracias, y haz todas las cosas de acuerdo a la voluntad de Dios. ¡Les amo a todos! Ciertamente voy a cumplir las palabras que te he hablado, te guiaré y te conduciré, y te amaré hasta el fin.”

En febrero del 2013, cerca de la celebración del Año Nuevo Chino, durante la oración de la mañana, mi madre tuvo una visión: “Dentro de un gran edificio en forma de domo, habían muchas personas sentadas en sillas con ruedas. Cada silla podía llevar solo a una persona y las sillas con ruedas podían avanzar en su propio carril separadas de las demás. Las sillas se movía lentamente subiendo a través del carril, en ángulos rectos al suelo. Algunas iban adelante, otras iban detrás, siempre en líneas de carriles, unas detrás de las otras, todas moviéndose hacía la misma meta – el centro del domo. Luego de llegar al final, otra persona se sentaba en la silla-carrito y de nuevo se conducía hacía arriba a través del carril. Todas las sillas tenían respaldos, pero estos estaban en la parte de enfrente. Uno debía agarrarse de la orilla del frente de la silla para evitar caerse. Por esta razón na había nada detrás de la persona; no podía apoyarse en nada detrás. Solo se podían agarrar del respaldo de la silla, a menos que se cayera. Mi madre estaba sentada en la silla-carrito, cuando alguien desde el carril contiguo le dijo: ‘No mires atrás. No hay nada en el pasado, mira solo hacía el futuro.”

Luego de un rato, mi madre vio a una hermana que no se movía en su silla-carrito. Ella le preguntó: “¿Por qué se detiene?” ella le respondió: “Mi silla se descompuso, por eso no puedo seguir avanzando.” Mi madre permaneció sentada por mucho tiempo para poder alcanzar la parte media del camino. El agujero del domo era en realidad tan inmenso que podía acomodar a muchísima gente. Ella no se atrevió a ver detrás de sí; estaba oscuro detrás de ella. Si no se aferraba del asiento de la silla, se estrellaría con el piso; lo que parecía extremadamente peligroso, Dios le inspiró diciéndole: “Detrás solo hay vacío. No mires hacía atrás. ¡Ve solamente hacía delante! Con un solo corazón y una sola mente, concéntrate en obedecer la Palabra de Dios, y ¡esfuérzate por entrar al cielo!” 

El 9 de marzo del 2013, durante la oración de la mañana en el día de reposo, el Espíritu Santo inspiró a mi madre: “No te sientas fatigada en tu fe. Si te quejas y dices que estás cansada, entonces automáticamente vas a descansar y te vas a estancar, ya na vas a avanzar. Incluso podrías caer y morir. Esto es semejante a la silla que se había descompuesto que viste en la visión.”

Nuevamente, ella vio que la gente se movía lentamente avanzando hacia arriba en las sillas-carrito, como antes. Dios le inspiró diciendo: “Entre los animales, el caracol es quien avanza más lentamente. De todos los vehículos móviles la silla-carrito es la más lenta. ¿Cómo podríamos saber si una persona está agotada en su fe? Podemos verlo a través de observar cuan frecuentemente asiste a los servicios de la iglesia. Aquellos que no están cansados en su fe atesoran la oportunidad de participar en todos los servicios. Los que están agotados en su fe frecuentemente no van a los servicios. Conforme pasa el tiempo, eventualmente uno perderá la fe, pecará contra Dios y abandonará a Dios.”

“¿Cómo puede uno mantener su fe de modo que no se canse? Uno debe orar con mucha frecuencia para ser lleno del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es semejante al combustible. Si tú frecuentemente oras, entonces estás añadiendo combustible y tendrás el poder para mantenerte avanzando hacia adelante. Nunca ceses de orar hasta que alcances la meta – el Cielo.”

El 23 de mayo del 2013 en la oración de la madrugada, mientras oraba por los ministros de Dios, mi madre le pidió a Dios: “¿Qué es lo que él debe hacer? Da mucha lastima ver que tenga que enfrentarlo todo por sí mismo.” Entonces Dios le mostró una visión a mi madre, ¡como un destello de luz! Cada vez que mi madre mencionaba al ministro en oración, ¡aparecía el destello de luz! Lo volvía a mencionar, ¡otro destello de luz aparecía!

Cuando mi madre oraba por cierto hermano, ella preguntó a Dios: “¿Por qué no puede él a través del amor de la hermandad, cuidar de los demás? El Espíritu Santo le inspiró: “El acostumbra tomar licor, por lo que…”Dios no concluyó con la frase.

Dios le reveló a mi madre: “No debes criticar la fe de otras personas; cada uno tiene debilidades. Cuando tú hablas acerca de las pruebas por las que otros están pasando, ¿acaso no recuerdas que tú también estás pasando por pruebas y lecciones que debes aprender?” Mi madre respondió: “¡Vaya que lo sé! Yo también sé que tengo grandes debilidades.” Pero dentro de su corazón, ella quería saber cuál era su más grande debilidad, entonces el Espíritu Santo le inspiro diciendo: “Tu fe ya no es tan fuerte como solía ser; esta es tu debilidad. ¡Debes examinarte a ti misma!”

El 30 de agosto del 2014, durante la oración de las 5 de la madrugada, oré por los miembros que estaban pasando por presiones de la vida. El Señor Jesús me inspiró y dijo: “Hay muchos creyentes que no tienen fe para confiar y pedir a Dios. Por ejemplo, en asuntos de la vida matrimonial, peticiones para recibir el Espíritu Santo, sanidad de enfermedades…ellos no oran. Ellos piensan dentro de sí: ‘Si Dios quiere darme tal cosa, entonces Él me lo dará; Si Dios no me quiere dar, entonces ¡olvídalo!, de todos modos no importa cuánto yo le pida’ Esto no es correcto. Debemos implorar a Dios con súplicas, entonces Dios otorgará tu petición.”

El 13 de septiembre del 2014 en la oración de madrugada, mientras oraba por otros miembros de la iglesia, el Espíritu Santo me inspiró: “Su tarea más importante cada día es orar – oración constante. Entonces puede ir salir y hacer la obra santa. Él debe orar por humildad en oración entonces le otorgaré la humildad.”

En la tarde del día de reposo, la misma fecha, mientras conducía a mi madre bajando las colinas, en ruta para ir a recoger a un sobrino, le conté la revelación de Dios durante la oración de la mañana. Mientras le compartía, el Espíritu Santo inspiró a mi madre diciendo: “Orar es almacenar aceite.”

“1 Entonces el Reino de los cielos será semejante a diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.

2 Y cinco de ellas eran prudentes, y cinco insensatas.

3 Las que eran insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;

4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas.

5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas, y se durmieron.

6 Y a la medianoche fue hecho un clamor: He aquí, el esposo viene; salid a recibirle.

7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.

8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan.

9 Mas las prudentes respondieron, diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id antes a los que venden, y comprad para vosotras.

10 Y mientras que ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas, entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

11 Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, Señor, ábrenos.

12 Mas respondiendo Él, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.

13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.

Mateo 25:1-13